Lo mejor es tener un parto eutócico, es decir, uno que transcurre con normalidad, que comienza de manera espontánea al terminar la gestación (entre la semana 37 y la 41), por vía vaginal, con el bebé colocado en posición cefálica y sin requerir apenas la intervención médica más que para ayudar a la madre en los pujos.
Este parto es el que desean todas las mujeres ya que es el que menos riesgos conlleva para la mamá y el bebé.